Este 19 de julio, el paso del sol por el cenit dejó sin sombra al Castillo de la zona arqueológica de Chichén Itzá, en un fenómeno que solo ocurre dos veces al año.
Al posicionarse el sol justo sobre la vertical del sitio, todos los objetos expuestos al aire libre, incluida la emblemática pirámide de Kukulcán, quedaron momentáneamente sin proyectar sombra, generando una escena impactante que atestigua el conocimiento astronómico de los antiguos mayas.
El fenómeno solar fue particularmente visible en el cenote Kanyuyum, donde los rayos descendieron de forma directa, además de en otras estructuras como templos y columnas, que también perdieron sus sombras por unos minutos.

Desde el amanecer, el astro rey se alineó con la esquina noreste del Castillo, el Templo de las Grandes Mesas y el cenote, y al ocultarse por la tarde, proyectó una gran sombra hacia el este sobre la selva, cerrando así el ciclo simbólico de luz y oscuridad que los mayas registraban con precisión desde hace siglos.
La planificación arquitectónica de esta ciudad sagrada no fue fortuita: los antiguos itzáes diseñaron el Castillo como un marcador celeste, capaz de registrar momentos clave del calendario solar. Su sombra —o la ausencia de ella— continúa siendo testimonio del legado científico y espiritual de una de las civilizaciones más avanzadas del continente.
Fotos: Juan Be.