[vc_row][vc_column][vc_column_text]La transformación que tuvo el Carnaval de Mérida hace cinco años generó diversos cambios, y uno de ellos fue el proceso de “selección natural” que se da a partir de ese febrero de 2014, cuando surgió Plaza Carnaval, es decir, la nueva sede de las carnestolendas de la capital yucateca en el recinto ferial de Xmatkuil.
Con un carnaval mucho más controlado en todos los aspectos, pero sobre todo en la seguridad para garantizar la convivencia familiar, el de Mérida atrae cada año a miles de personas que quieren pasar un rato agradable, pero sin tener los sobresaltos de los disturbios o de estar conviviendo con ebrios rijosos o borrachos orinando por doquier o faltándoles el respeto a las mujeres.
Abanicado por promotores oficiales que pretendieron hundir el nuevo carnaval de Mérida, el de Progreso fue cobrando auge, al menos en los últimos años del rolandismo, cuando se trató de hacer una competencia entre la fiesta del puerto y la de Mérida, cuando para todos es sabido que estamos hablando de públicos diferentes. Como dijeran los mercadólogos, equivocaron los targets.
El presente análisis no tiene por objetivo denigrar ningún carnaval, pues debemos reconocer que tanto el de Mérida como el de Progreso tienen sus pros y sus contras.
A favor del carnaval del puerto podemos elogiar que propicia una buena limpieza para recibir a los meridanos que ya lo adoptaron como suyo. Cabe destacar que en esta administración no es la primera vez que luce limpia la playa del malecón, pues anteriormente ya se había hecho cuando se realizó el triatlón.
Otra ventaja que podemos mencionar de Progreso es que tiene el ambiente costero, tan propio de los carnavales. Es decir, que además de ver el desfile, la gente puede disfrutar un baño de mar o al menos convivir en la playa y sentir la fresca brisa.
Entre los puntos negativos, el primero sin duda es la venta indiscrimada de alcohol, que en esta ocasión se ha extendido hasta las 2 de la madrugada.
Esto a su vez genera otros puntos negativos para el carnaval del puerto, como los disturbios y los pleitos entre borrachos, lo cual pone en riesgo la seguridad de las familias que asisten al evento. A ello agregamos borrachos haciendo desfiguros, como vomitando a diestra y siniestra, y orinando en la playa, pues muchos no tienen ni siquiera la “decencia” de meterse al mar a vaciar sus vejigas saturadas de cerveza.
Adicionalmente, la llegada masiva de gente propicia que se rebasen los servicios en Progreso, incluyendo los de seguridad, pues al menos las autoridades municipales no tienen operativos suficiente para controlar la seguridad.
El llamado es para esas autoridades, a fin de que tomen cartas y resuelvan todos estos puntos en contra, pues siempre será mucho mejor prevenir antes que lamentar tragedias como la del restaurante bar Mocambo, que además de enlutar a familias, generan un desprestigio a las autoridades, en este caso a las municipales de Progreso.
El hecho de que este año el carnaval del puerto regrese a sus dimensiones reales, una vez que ya no tiene la “engorda” oficial para pretender equipararlo al de Mérida, es una buena oportunidad para que el festejo en el puerto se pula y se convierta en una opción segura y confiable para quienes sienten que no tienen cabida en el nuevo carnaval de Mérida.
Por cierto, el público de Mérida ya es tan grande que da llenar todos los eventos:
1.- Plaza Carnaval estuvo a reventar. Las autoridades calculan una afluencia de 100 mil personas.
2.- La Bici-Ruta tuvo su público fiel. Cientos de familias aprovecharon el espacio dominical para hacer suyas las calles.
3.- La Expo Campo recibió a miles de visitantes, en total 40 mil en sus tres, y eso que se “montó” con los días de Carnaval.
4.- Incluso hubo capacidad para enviar a miles de meridanos al carnaval de Progreso.
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