[vc_row][vc_column][vc_column_text]Han pasado ya nueve meses, pero Yuri de Jesús Moo Castillo aún estalla en desgarrador llanto cuando recuerda la muerte del bebé que iba a ser su segunda hija.
Y la herida no cicatriza porque frecuentemente recuerda el triste suceso por el proceso legal que sostienen contra la doctora Irene Gutiérrez Marín, a la que acusan de negligencia médica que derivó en el fallecimiento de la niña, en el vientre materno.
De ahí se derivaron una serie de sucesos que continuaron atentando contra la dignidad de la bebé fallecida y de la madre.
El proceso legal ha continuado durante todo este tiempo y está próximo a darse un trámite que podría ponerle punto final, pero dejando desprotegida a la víctima.
El 1 de octubre debe emitirse una resolución sobre un amparo que solicitó la doctora Irene Gutiérrez, quien recibió a la madre el 28 de diciembre del año pasado y la envió a casa diciéndole que aún podía esperar uos días más, pese a que una ginecóloga que vio a Yuri el 17 de diciembre le dijo que regresara el Día de Santos Inocentes para que le hicieran ya la cesárea.
Supuestamente la bebé aguantaría hasta el 8 de enero, una vez que hubieran concluido las vacaciones de invierno, pero la madre se sintió mal el 3 de enero y fue al Centro Materno Infantil.
Ahí le dieron largas para atenderla y estuvo internada varios días hasta que en una de las revisiones detectaron que la bebé ya no se movía. Sin embargo, en lugar de practicarle inmediatamente la cesárea, comenzaron a suministrarle medicamentos para que expulsara a la bebé, lo cual no ocurrió.
A las cansadas le hicieron la operación porque ya era inevitable, pues Yuri ya presentaba una severa infección en la matriz, la cual estuvo a punto de perder ante la cadena de negligencias médicas.
En el eslabón de irregularidades médicas, para confirmar la muerte de la bebé, a falta de máquina de ultrasonido en el Materno Infantil la llevaron a Kanasín, a donde la trasladaron sin autorización de los familiares y sin el personal adecuado, pues solo iban los choferes, ninguna enfermera que la pudiera atender en caso de que se pusiera mal.
A pesar de que los médicos le dijeron que la bebé murió porque se asfixió con su propio excremento, al estar el tiempo de más en el vientre materno, en la causa de muerte se asentó que fue por causas que se ignoran.
Finalmente el 8 de enero Yuri Moo, de 37 años y vecina de San Antonio Kaua I, fue dada de alta, pero antes dice que le estuvieron haciendo preguntas que ella considera “sospechosas”. Como por ejemplo una trabajadora social quería que dijera que sus familiares no se habían presentado a verla en el hospital, y que su esposo no le daba dinero y que era un desobligado y bebedor.
Hoy, a nueve meses del lamentable suceso, lo único que piden Yuri y su familia es que haya justicia, porque no quieren que les suceda a otra familia lo que ellos tuvieron que pasar.
“Hasta mi otra hija de ocho años está afectada, ella estaba muy ilusionada con su hermanita”, señala la señora Moo Castillo, quien recuerda que tres meses de que le dieron de alta pasó un pedazo de placenta.
“Ellos se dicen médicos, pero juegan a ser como Dios, decidiendo sobre la vida de los demás”, lamenta. “Se supone que hacen un juramento de proteger la vida, pero tal parece que se les ha olvidado”.[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row]