[vc_row][vc_column][vc_column_text]Entre el morbo y la adrenalina se debate el patrón de conducta de los yucatecos que andan invadiendo propiedades privadas, entran en patios ajenos o trepan bardas para alcanzar ese objeto prohibido y deseado que les produce placer sexual: el calzón ajeno.
Hace unas semanas filmaron a un hombre de gorra, pantalón de mezclilla y playera amarilla (identificado como muchos como “El señor que vende pozoles”) robando calzones de la soga de un fraccionamiento en Umán. Hace dos días, un medio local publicó una grabación de celular donde se veía, de noche, a un hombre hurtando calzones de una soga de una casa, en Ticul. Hace dos años atraparon con las manos en el calzón colgado a Alberto Simá Hu alias “Chanclas”, quien fue detenido en la colonia Mayapán.
Ahora bien… ¿Si les dijéramos que ya no hace falta trepar bardas, entrar en patios ajenos ni ser atrapados por la policía? Porque si usted quiere un calzón ajeno y hasta “usado” lo puede comprar y listo ¿Lo sabía? Sino igual, aquí se lo contamos.
En este ejercicio sólo hay compra-venta, no existe el delito. En el caso de los ladrones de calzones, lo que les acontece a estos humanos se llama Cleptofilia y es la gratificación erótica y sexual del robo de prendas íntimas. También se puede definir como “Parafilia” y es un patrón de comportamiento sexual en el que la fuente predominante del placer se encuentra en objetos, situaciones, actividades o individuos atípicos, como nos explicó recientemente Nancy Martínez, comunicóloga especialista en gestión y planificación de periodismo. Nancy es la creadora de @aunquetepongas, y se especializa también en investigar y escribir sobre sexualidad en diferentes medios.
DESDE LA COMODIDAD DE SU CASA
“Al ladrón no sólo el calzón robado le produce excitación, sino también el robo en sí. A él le da morbo que lo que hurta sea una cosa íntima, privada, que no se exhibe en la calle porque está escondida bajo la ropa. Si a eso se aúna el tema del robo, penado socialmente, esto le generará al ladrón un problema social y familiar cuando lo cachen, detalló la especialista.
O sea, que si usted no quiere que lo agarren “con las manos en la soga de la ropa íntima ajena”, puede –desde la comodidad de su hogar- comprar por internet calzones de otras personas, usados y envueltos en bolsitas de plástico con cierre, para que conserven el olor.
Alert spoiler: Si esta nota le va a dar asco o sentimientos de inmoralidad, no siga. Si le da curiosidad: adelante. Porque hoy día cada vez más personas se dedican a este hábito de comprar ropa interior usada en todo el mundo y México, y específicamente Yucatán, no es la excepción a esta regla.
Comenzaron los japoneses hace años con este negocio a través de máquinas expendedoras de calzones usados así como de tiendas llamadas “Buruseras” Los gringos no se quedaron atrás y en páginas web como Pantydeal, Pantytrust o Pantyzoo también se comercializan.
Nancy Martínez investigó sobre el tema y por eso le preguntamos por qué comprar calzones usados. La respuesta de la especialista es tajante: “Por fetiche, porque les excita”, remarca. Parece que hecho de saber que alguien más las usó les da un morbo sexual, así de simple y sin vueltas.
AROMAS Y FLUIDOS
La especialista también investigó que lo que buscan los compradores son aromas y fluidos que, a su vez, se dividen de acuerdo a la ubicación (vulva, vagina y ano). Los colores más solicitados son negro, blanco y con detalles tiernos como ositos o florecitas. Los rojos, aunque usted no lo crea, no son los más solicitados. Se pide un día de uso y hay quienes especifican condiciones como haber tenido relaciones sexuales, después de caminar o correr o en días de ovulación (que son los más caros), entre otras preferencias. Deben enviarse en bolsitas totalmente selladas para que conserven el olor.
La comercialización de las prendas íntimas se puede hacer a través de Mercado Libre o Locanto como así también de aplicaciones extranjeras como Europa Cam Hot. La mayoría de las transacciones se realizan por Paypal.- CGO.[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row]