Para Pedro Góngora Paz, veterano político y auditor, el Museo de Arte Contemporáneo de Yucatán, Macay, debe rendir de manera pública cuentas del manejo que ha hecho de los millones de pesos que ha recibido durante años, antes de quejarse de la falta actual de recursos.
De acuerdo con Góngora Paz, los millones de pesos que ha recibido han sido mal manejados, incluso de manera corrupta, pues habla de nepotismo y favoritismo en las nóminas al beneficiar con altos sueldos a familiares y amigos de quienes han estado al frente de ese museo.
El Macay, señala, le ha costado al pueblo yucateco durante casi 30 años 1.5 millones de pesos mensuales, es decir, 50 mil pesos diarios, “una cifra onerosa para una comunidad como la nuestra”.
En un escrito dirigido a medios de comunicación, Góngora Paz habla de la etapa en que Carlos García Ponce fue su director y manejó el Macay como “un feudo” para él y su familia, donde su hija Elba dispuso de “muy generosos sueldos autodesignados, además del gerente que también percibe un buen emolumento”.
Góngora Paz denuncia que incluso tres personas del servicio doméstico de García Ponce cobraban en la nómina del museo, el cual recibía muy pocas visitas, casi paupérrimas, debido a la falta de motivación para asistir.
Al lugar sólo iban algunas veces alumnos de primaria llevados en camiones que pagaba el Ayuntamiento de Mérida.
“Carlos García Ponce no rendía cuentas a nadie, es decir, nadie revisaba sus gastos que eran muy onerosos”, expone Góngora Paz. “Soberbio y altanero, siempre se consideró dueño de un museo, que le pertenecía, pero que sostenía el pueblo yucateco”.
Los artistas también se quejaban, pues para poder exponer en el museo debían pagarle a García Ponce con una obra, lo que les afectaba mucho.
Además, no había un cuidado en la selección de los artistas y en las exposiciones que promovía. Góngora Paz menciona “aquella tristemente ‘célebre’ exposición en la avenida Paseo de Montejo patrocinada por García Ponce en donde se mostraron verdaderos adefesios etiquetados como obras de arte. ‘¡Basura!’”, lamenta.
El veterano auditor señala que el actual riesgo de cierre es consecuencia del desorden administrativo de casi 30 años, de la corrupción y de la impunidad.
“Es por ello que sería muy saludable que antes de exigir más recursos, la directiva del Macay y su Fundación realizaran un verdadero ejercicio de rendición de cuentas y de transparencia sobre los dineros que ha recibido a lo largo de sus administraciones. Desde luego de manera pública, justo como el cierre simbólico”, exige el conocido auditor.