[vc_row][vc_column][vc_column_text]Con los ojos rojos y un rictus amargo, Ligia Canto se pasa la mano por la cara para secar las lágrimas que le salen a flor de piel. Nada ni nadie puede ponerse en los zapatos de esta mujer que hace unos meses perdió a su hija Emma Gabriela Molina Canto, asesinada de 17 puñaladas frente a sus hijos –los nietos de Ligia-, en la puerta de su casa. Esta mamá camina lentamente mientras recorre una exposición fotográfica donde aparece ella, sosteniendo la foto de su primogénita que ya no está. Las dos son, desafortunadamente, víctimas retratadas en la muestra “Feminicidios, Justicia y Medios” que desde hoy y hasta el 30 de este mes se puede visitar en el Pasaje de los Portales del Museo de la Ciudad, a un costado del mercado Lucas de Gálvez.
Nada puede mitigar su dolor e intentarlo sería tapar el sol con un dedo. Ligia escucha la pregunta, toma aire, acomoda la voz pero igual le sale quebrada. “Espero que el sufrimiento de mi hija, toda la ruta de violación institucional generada por el poder político de Martín Medina Sonda (ex esposo de Emma e imputado como probable autor intelectual del asesinato) sensibilicen a la sociedad y a las instituciones sobre este tema de violencia en contra de las mujeres, para que no vivan lo que ella vivió y se les proporcione protección. Ni una más”, sentencia.
Mamá sobreprotectora
Emma fue su primera de cuatro hijos. Nació cuando su mamá tenía 18 años. Ligia la recuerda como una “luchona” desde pequeña, una niña alegre y sobre todo bailarina, ya que Ligia trabajaba en un centro cultural donde se organizaban actos y bailes y Emma siempre disfrutaba de bailar jaranas. “Era la consentida del lugar”, recuerda y ya no hay lágrimas.
También esta madre cuenta sobre su hija-mamá. “Emma soñó tanto con sus hijos… Le costó mucho quedar embarazada, por eso fue de doctor en doctor e hizo tratamientos hasta que por fin lo logró”. Recordarla a su hija como madre le despierta a Ligia una sonrisa. “Era muy protectora, como una leona, dedicada por completa a sus hijos. Si ella necesitaba comprar una lata de leche, compraba por las dudas tres y yo le decía: ‘Exageras…’, pero ella lo hacía igual”, cuenta Ligia.
Esta madre-víctima dice que Emma dejó de lado su profesión de licenciada en Administración de Empresas para dedicarse a la familia. “Estuvo becada desde segundo de primaria hasta que terminó la carrera porque era una excelente alumna. “Mi hija profesionista se olvidó de su carrera para ser madre. Y también para ser esposa, lamentablemente”, concluye.
Sobre la muestra
La exposición fotográfica “Feminicidios, Justicia y Medios” fue organizada por el Instituto Municipal de la Mujer y presenta historias contadas en imágenes por la fotoperiodista Claudia Arriaga Durán, quien por iniciativa propia, se interesó en el tema y se acercó a Adelaida Salas, representante del Observatorio Ciudadano Nacional del Feminicidio en Yucatán, quien la vinculó con las víctimas indirectas de aquellas mujeres que padecieron feminicidios.
Claudia no sólo tiene buen ojo, también sabe contar historias. La fotoperiodista cuenta que visitó la casa de la víctima e interactuó con la familia antes de tomar las fotos. “Todas las familias están dispuestas a hablar, a contar sus vivencias, porque necesitan que los escuchen”, remarca Claudia.
La comunicadora logró mostrar en imágenes y pies de fotos historias escalofriantes como la de Emma Gabriela, Daniela Núñez (asesinada a machetazos por su esposo en Peto), María Evelia (violada y asesinada a los siete años) o Martha Martínez Ávila (violada y estrangulada, y luego ya muerta, arrojada en Conkal).
Las víctimas indirectas de estas historias (madres, padres, hermanos) son los que la recibieron y salieron retratados en las imágenes.
Hoy y hasta el 30 de este mes, los miles de humanos que transitan este pasaje serán, en cierta forma, espectadores directos de estos feminicidios y podrán entender el porqué de “Ni una más”.- Cecilia García Olivieri
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