[vc_row][vc_column][vc_column_text]Pobreza, marginación, exclusión y sobre todo faltos de justicia se mantienen los grupos originarios de México, sostiene el sacerdote Mario Pérez Pérez, religioso integrante de la Pastoral de Pueblos Originarios.
El presbítero Pérez quien participa en el Congreso de Pastoral de Pueblos Originarios que se lleva al cabo en esta ciudad, en el marco de la celebración del vigésimo quinto aniversario de la visita del Papa Juan Pablo II a Yucatán en agosto de 1993, destacó que aún hoy en México los grupos originarios no tienen la justicia por la que se ha luchado por varios siglos.
Al celebrarse este jueves 9 de agosto el Día Internacional de los Pueblos Indígenas, declaración realizada por la Asamblea de las Naciones Unidas el 23 de diciembre de 1994. El religioso Pérez Pérez destacó que para la Iglesia católica hay un compromiso de retomar la presencia de los grupos originarios e incluir su capacidad y presencia dentro de la fe religiosa.
Desde 1986, señaló la Iglesia postuló la determinación de incluir la Pastoral Indigenista, que tenía un cariz asistencialista y que se fue modificando paulatinamente gracias a un cambio de mentalidad dentro de la curia, postura que tomaron los obispos de la iglesia tras su reunión en Bogotá, Colombia en atención de las necesidades de los pueblos aborígenes.
En 2007, el Papa Benedicto XVI, en la reunión de Aparecida, Brasil, formuló nuevas disposiciones y se estructuraron cambios rumbo a la mentalidad del pensamiento sobre la condición de los indígenas a los que se consideraban “cosas” y no se les otorgaba la condición de libertad y valor al pensamiento y capacidades.
Fue de esta manera que se cambiaron términos y fórmulas de atención para pasar a la Pastoral de los Pueblos Originarios, aceptando las capacidades, los valores culturales y el pensamiento, sabiduría y relación de los pueblos nativos con la religión y sus orígenes, comentó.
A partir de estas enseñanzas, la Iglesia católica entendió el valor de los grupos originarios para convertirlos en “sujetos”, dejando a un lado conceptos que se habían mantenido por décadas sobre la condición y el trato que de dispensaba a estos grupos culturales y que ahora recibe una mayor atención y también un valor a su pensamiento y ejercicio de trabajo en su evangelización y aportaciones a las necesidades de la propia iglesia, describió.
El clérigo destacó que, aún con el esfuerzo realizado, la sociedad no responde a este cambio de mentalidad y mantiene el ejercicio despectivo contra los grupos étnicos. Los grupos indígenas siguen olvidados, marginados, abusados, empobrecidos y muchos de ellos en la miseria ante la falta de responsabilidad de los miles de cristianos que no prestan oídos a sus lamentos, señaló.
Por ello es este congreso, repuso, porque tras 25 años del llamado de Juan Pablo II a dar una mayor presencia, capacidad y dignidad a los hermanos integrantes de los grupos indígenas, aún no se alcanzan metas para ir resolviendo esta demanda que ha sido una deuda histórica con los pueblos originarios.
Muchos grupos étnicos en México son explotados, sus tierras, principalmente donde hay minerales son expropiadas y enajenadas sin que ellos reciban los verdaderos beneficios, ya que son los herederos de estos espacios, repuso.
Hoy la Iglesia católica busca una reivindicación y por ello el llamado a integrar más sacerdotes indígenas, religiosas y religiosos y seglares que aporten su conocimiento, saber, su lengua y cultura para el enriquecimiento de la iglesia, de las ceremonias litúrgicas y que sus aportaciones acerquen más a los grupos étnicos.
Para muchos mexicanos decir indio es una expresión agresiva, despectiva, sin respeto y sin valor, subrayó. Muchas personas siguen usando esta palabra como sinónimo de desprecio, odio e ignorancia y por ello la iglesia busca cambiar estereotipos, valores y conductas para hacer entender la condición y la riqueza de las culturas que permanecen en nuestro país y que debemos preservar y mantener, dijo.[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row]