[vc_row][vc_column][vc_column_text]En los últimos cuatro años se registra en Yucatán un incremento notable en el índice de prevalencia de menores de edad con diabetes tipo I, que tan sólo en 2017 la problemática ya se triplicó, dio a conocer la Secretaría de Salud federal.
Pese los operativos de vigilancia y detección oportuna de éste padecimiento, en Yucatán es uno de los males con mayor crecimiento, y lo peor de todo, la persona tiene que llevar el mismo tratamiento a lo largo de su vida.
Ante el crecimiento del padecimiento, se supera en gran medida el promedio nacional, aunque está entre las 16 entidades federativas con mayor número de casos de ésta enfermedad crónico degenerativa.
En lo que va del año, en el país hay dos mil 292 casos confirmados acumulados de diabetes mellitus insulinodependiente, con un crecimiento del 3.4 por ciento, con respecto al mismo período de 2016, cuando la suma fue de dos mil 216.
Mientras que en el Estado, ya son 46 las personas afectadas, 253.8 por ciento más con relación al período pasado, que fue de 13.
El problema afecta más a las mujeres, pues a nivel país son mil 366 los casos, el 60 por ciento, mientras que a nivel estatal es del 76 porcentual, con 35 féminas.
De acuerdo con la SS federal, la diabetes tipo I es una enfermedad de por vida, es decir, crónica, la cual se caracteriza por un alto nivel de azúcar (glucosa) en la sangre.
Aunque puede ocurrir a cualquier edad, se diagnostica con mayor frecuencia en niños, adolescentes o adultos jóvenes.
Es decir, si una persona tiene papás diabéticos, tiene un potencial del 40 por ciento de contraer este padecimiento, el cual es la segunda causa de muerte en el Estado, pues en el primer sitio están las cardiovasculares.
En Yucatán, el 15 por ciento de la población sabe que es diabética, y cifra similar también lo padece, solo que lo ignora, de ahí la importancia de realizar con frecuencia las pruebas de detección.
La insulina es una hormona producida en el páncreas, localizado por debajo y por detrás del estómago, la cual se genera por células especiales, llamadas células beta.
Dicha hormona se necesita para movilizar el azúcar de la sangre o glucosa dentro de las células.
En una persona sana, la glucosa se almacena dentro de las células y luego se utiliza para obtener energía.
Sin embargo, con la diabetes tipo 1, las células beta producen poca o ninguna insulina, la cual se debe de suministrar bajo supervisión médica.
Por ende, sin la insulina suficiente, la glucosa se acumula en el torrente sanguíneo en lugar de entrar en las células, fenómeno denominado hiperglucemia.
Con éste padecimiento, el cuerpo es incapaz de usar esta glucosa para obtener energía.
Asimismo, con éste mal, una infección o algún otro desencadenante hace que el cuerpo ataque por error las células productoras de insulina en el páncreas, por lo que hay una tendencia de desarrollar enfermedades autoinmunes, incluyendo diabetes tipo 1, puede ser transmitida a través de las familias.
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