[vc_row][vc_column][vc_column_text]Radar Político/Columna
Hace unos meses advertíamos que comenzaban a asomarse en Mérida los pañuelos verdes que se utilizan como símbolo de grupos feministas que pugnan por la legalización del aborto.
En aquella ocasión, en marzo de este año en la marcha con motivo del Día Internacional de la Mujer, se vio a varias participantes portando carteles y pañuelos del movimiento Marea Verde.
Su presencia se enmarcó en el tenor de la manifestación, es decir, con respeto e incluso mostraron la cara, por cierto un rostro sonriente y amable, muy lejano de la actitud que mostraron en su más reciente plantón, efectuado el sábado en el centro de Mérida, que derivó en pintas y daños al Monumento a la Madre.
Las manifestantes mostraron en todo momento una actitud beligerante, agresiva, que contrasta con la Mérida pacífica, pero sobre todo respetuosa de la legalidad.
Tenían el rostro cubierto y bajo ese anonimato dañaron un monumento no religioso, sino que es patrimonio de la ciudad, de todos los meridanos, nativos y avencidados
Cuando alguien promueve una concentración de ciudadanos lo que se busca realmente es atraer la atención de la sociedad hacia un tema y buscar su solidaridad y eventualmente su apoyo y lograr sumar adeptos a su causa.
Los hechos vandálicos en el marco de una manifestación a favor del aborto ha logrado todo lo contrario. La sociedad al unísono censuró estas acciones y en vez de crecer en adeptos, tal vez ya los perdieron.
Los meridanos exigen a sus autoridades cero tolerancia y castigo contra aquellas que dañaron el patrimonio de la ciudad. Sus demandas han pasado a segundo plano (ellas así lo quisieron) y ahora tienen que responder. Esperemos que no se escuden en su condición de mujeres o de grupo minoritario para no afrontar sus responsabilidades.
Ya anteriormente las integrantes de la Marea Verde habían dado muestra de esta actitud agresiva, pero en aquella ocasión no causaron daños a la ciudad, pero sí agredieron a personas. Su violencia ha ido en aumento, es hora de frenarlas.
En Yucatán, el que la hace la paga. Al menos así se ha demostrado con cuanto delincuente de fuera ha llegado a hacer de las suyas en el estado. Ojalá que este caso no sea la excepción. Mérida no lo merece.
[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row]