MÉRIDA.- La emigración en Yucatán es mínima en comparación con otras entidades del país, reconoció el arzobispo Gustavo Rodríguez Vega, quien agregó que Mérida es el principal atractivo tanto para pobladores del interior de la entidad así como de personas de otros lugares del país.
Indicó que mañana celebrarán la 106a Jornada Mundial de los Migrantes y Refugiados, a la cual la arquidiócesis de Yucatán se suma a las actividades por realizar.
“Tal vez muchos estarán pensando que en Yucatán no hay migrantes ni es lugar de paso para ellos, pero sí los hay; algunos pocos, pero los hay”, acotó.
Reconoció que son numerosos los yucatecos que se han visto en la necesidad de emigrar a los Estados Unidos a causa de la pobreza.
Aseveró que “en México, como en el mundo entero, se dan los desplazamientos internos, es decir, gente que, por motivo de violencia, pobreza, o por desastres naturales, tienen que salir a otro lugar de su patria para subsistir”.
En el caso de Yucatán, son numerosos los desplazamientos internos de los municipios y comisarías hacia la ciudad capital.
Al mismo tiempo, hay muchas familias de otras entidades del país que “están llegando sobre todo a Mérida en busca de un poco de paz, de seguridad y de un mejor desarrollo económico”.
Expresó que el Papa Francisco dedicó esta Jornada Mundial de los Migrantes a los desplazamientos humanos, y el mensaje que envió para esta Jornada lleva por título: “Como Jesucristo, obligados a huir: acoger, proteger, promover e integrar a los desplazados internos”.
Recordó que Jesucristo, desde niño tuvo que huir en brazos de su madre, la Virgen María, bajo la guía y protección del señor san José, rumbo a Egipto.
Además, Jesús dice en el evangelio de Mateo: “Era migrante y me acogiste” (Mt 25, 35), por lo que “de ésta manera se identifica así con los migrantes, de modo que lo que hagamos o dejemos de hacer en favor de ellos, lo hacemos o lo dejamos de hacer por Cristo”.
Comentó que los verbos acoger, proteger, promover e integrar, son las acciones en favor de los migrantes que el Sumo Pontífice señalaba en la Jornada del 2018, y que marcan con claridad las acciones que la Iglesia debe ofrecer en favor de los migrantes, refugiados, desplazados y víctimas de trata.
“Si los gobiernos del mundo fueran justos y humanitarios con los migrantes, también deberían poner en práctica estas mismas acciones para con ellos”, concluyó.