La noche del sábado, cuando muchos regresaban a casa tras una jornada más, don Pedro, un hombre de 40 años, luchaba en silencio con un malestar que crecía dentro de su cuerpo. Dolor abdominal y dificultad para respirar lo obligaron a detenerse en seco mientras iba rumbo a una tienda. Pero en lugar de regresar a su hogar, tomó la decisión que posiblemente marcó la diferencia: pedir ayuda.
Con paso lento, llegó hasta la comandancia del sector centro de la SSP. Apenas podía hablar, pero logró expresar que sentía un fuerte dolor en el abdomen y que le costaba trabajo respirar. Los elementos en turno lo recibieron con atención y de inmediato solicitaron apoyo médico.
Minutos después, paramédicos arribaron al sitio para brindarle atención prehospitalaria. Aunque el diagnóstico preliminar indicó presión arterial elevada y antecedentes de gastritis y colitis, lo más importante era actuar rápido.
Don Pedro, consciente de su estado, pidió que informaran a su madre, doña Ligia, de 62 años, para que lo acompañara durante la consulta médica.Ambos fueron trasladados al hospital Horan, donde continuaría la atención especializada.
Este episodio, breve pero profundo, nos recuerda el valor de pedir ayuda a tiempo, el compromiso humano del personal que sirve a la comunidad y, sobre todo, el inquebrantable lazo familiar que acompaña incluso en los momentos más vulnerables.Porque a veces, acercarse a pedir ayuda no solo salva una vida… también une corazones.