Puntual a su cita, Kin, dios maya del Sol, se presentó en Dzibilchaltún para confirmar el inicio de la primavera, fenómeno arqueoastronómico que sólo fue presenciado por seis comunicadores, debido a las restricciones establecidas ante el Covid-19.
Aunque algunas nubes pretendieron opacar este acontecimiento, la deidad precolombina se impuso en tres ocasiones, por lo que estas interrupciones sólo motivaron aún más a los presentes, quienes en todo momento mantuvieron encendidos sus cámaras fotográficas y de video, así como teléfonos celulares.
En esta ocasión, la primavera inició hoy, a las 3:38 horas, por lo que en este momento, la Tierra estaba totalmente vertical.
Kin apareció a las 5:58 horas, y a partir de este momento inició el fenómeno arqueastronómico en el Templo de las Siete Muñecas, pero su mejor momento inició a las 6:10 horas.
A las 6:13 horas, las nubes ocultaron al Sol, pero esta interrupción duró poco más de un minuto, y nuevamente salió pero con mayor energía, por lo que de nueva cuenta ingresó por la puerta Oriente, iluminó el cuarto central y salió por la puerta del Poniente.
Posteriormente, a las 6:30 horas, tres halos de luz se proyectaron hasta el cuarto adyacente central, los cuales eran parte de la puerta y las dos ventanas de la estructura 1-sub, la cual es único en Yucatán, ya que es del estilo maya del Petén centroamericano, y cuyo uso religioso data del Clásico al Posclásico (250 al 1500 dC).
El fenómeno arqueoastronómico concluyó minutos después, cuando en el piso de entre el Templo de las Siete Muñecas y los cuartos adyacentes se formó la sombra del edificio.
De manera paulatina, los comunicadores se fueron retiraron del lugar, pero la veneración hacia Kin continuó, por parte de diversas especies de aves, tal el caso de chachalacas, pájaro toh, loros, torcazas, cenzontles, yuyas y cardenales, etc, los cuales, no paraban de trinar y graznar.
Dzibilchaltún es una reserva ecológica y sitio arqueológico cuyo nombre significa “lugar donde hay escritura en las piedras” o “donde hay escrituras sobre piedras planas”.
Esta ciudad maya está ubicada a 17 kilómetros al Norte de Mérida aún guarda muchos secretos, tanto en el aspecto arqueológico así como el silvestre, principalmente aves.
Dzibilchaltún estaba habitada desde el 200 dC, el edificio de Las Siete Muñecas se construyó cinco siglos después.
El sitio debió tener una extensión de 19 kilómetros cuadrados, y en su época de florecimiento pudo ser habitada por aproximadamente 40 mil personas. Actualmente la zona arqueológica está inserta en el Parque Nacional del mismo nombre, que abarca casi 600 hectáreas.
En su momento, el profesor emérito de la Universidad de Illinois del Oeste, Estados Unidos, Edward B. Kurjack, recordó que en la década de los sesentas del siglo pasado, al trabajar en el sitio, “al llegar a las cuatro de la madrugada se distinguía que el Templo tenía un aspecto de máscara, la cual quedaba iluminada conforme el Sol aparecía por el horizonte”, pero nadie le dio la importancia arqueoastronómica.
Sin embargo, en 1983, el investigador del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) Yucatán, Víctor Segovia Pinto (+) se percató del suceso y la alineación que tenía con respecto al equinoccio de primavera y de otoño, por lo que comenzó a estudiar el fenómeno arqueoastronómico.
Dos años después, optó por trabajar de manera conjunta con el catedrático del Instituto Tecnológico de Mérida (ITM), Eddie Ariel Salazar Gamboa, quienes lograron determinar con mayor precisión este tipo de acontecimientos, tanto en dicha ciudad precolombina como en Chichén Itzá y Uxmal.
De manera oficial, en 1985, Segovia Pinto presentó el fenómeno arqueoastronómico y determinó que el edificio era un marcador del inicio de la primavera y el otoño, para luego determinar su alineación con los solsticios de verano e invierno.
Tras la defunción de Segovia Pinto, Salazar Gamboa descubrió en 2006 que era en edificio que marcaba el fenómeno del Sol en el Cenit, y a pesar que se mantenía tapado, la orientación del Sol demostró su teoría.
Las Siete Muñecas
El denominado Templo de las Siete Muñecas, así denominados por las esculturas ahí encontradas durante una excavación, es un edificio elevado que sirvió de base para otra plataforma de mayor tamaño y cuya función principal fue el culto religioso.
Asimismo, el edificio precolombino fue construido en línea recta a la Plaza Central del sitio, cerca del 700 dC, a una distancia de 800 metros, quedando conectado con el sacbé número 1.
El Templo es una plataforma piramidal con cuatro escalinatas orientadas hacia los cuatro puntos cardinales, las cuales están determinada por igual número de puertas, y tanto en el costado Oriente y Poniente hay un par de ventanas, respectivamente.
Cabe destacar que es uno de los pocos edificios monumentales del área y sobre su función, desde el punto de vista de la etnografía, es poco lo que se sabe por la poca información que se tiene.
En la parte posterior de la plataforma se encuentra un templo que consta de cuatro entradas que permiten el acceso a un pasillo abovedado en su interior, en donde se localiza un cuarto cuyas entradas se encuentran en un eje este-oeste.
El templo contiene una decoración de estuco; el lado que mejor se conservó in situ fue la fachada sur, pues mucho del estuco se ha colapsado.
Mientras que en el costado norte de la estructura se observa una decoración que al parecer tiene alguna influencia de las culturas del Golfo de México, lo cual se debe a que presenta elementos marinos como peces, mantarrayas y quizá un ave acuática.
En el costado sur de la torre hay una puerta, cuya función se desconocer hasta el momento.
Cuando Wyllys Andrews IV y Wyllys Andrews V trabajaron en el edificio prehispánico, constataron que la parte superior de la torre, que es también la parte superior de la cámara central, se encontró colapsada, pero al momento de restaurarse se le agregó un remate, que según los autores, es parecido en forma y tamaño al original.
De acuerdo con el estudio de Rubén Maldonado Cárdenas, del INAH-Yucatán, el patrón de asentamiento de esta antigua ciudad, la cual tuvo su máximo crecimiento durante el Clásico Tardío y el Clásico Terminal (600-1000 dC).
Aparte del Templo de las Siete Muñecas, entre las estructuras arquitectónicas que caracterizan al sitio (el tercero con más afluencia de Yucatán, con 100 mil visitantes al año) se encuentran los restos de una capilla abierta del siglo XVI, erigida en pleno corazón de la Plaza Central.
Pese a su ocaso, en el Posclásico (1000-1500 dC), Dzibilchaltún siguió habitándose hasta la época de la Conquista española.
Así mismo, la presencia de un cenote a ras de suelo dentro del área, favoreció la ocupación de Dzibilchaltún desde el Preclásico Medio y el Preclásico Tardío (500 a.C.-250 d.C.). Tal vez por ello este depósito lleva el nombre de Xlacah, que quiere decir “pueblo viejo”, en maya.