Durante la evaluación del primer trimestre del monitoreo de loros urbanos, coordinado por la asociación Proyecto Santa María, se identificaron siete especies de loros presentes en la ciudad. Tres de ellas se distribuyen de forma natural en la región, mientras que las otras tres no son originarias, incluyendo una especie exótica.
El programa de monitoreo, en el que participan 183 ciudadanos organizados en cuatro grupos, ha permitido recopilar una gran cantidad de información sobre la presencia, comportamiento y hábitats de estas aves en entornos urbanos.
La doctora Vanessa Martínez García, coordinadora del proyecto, explicó que cada especie muestra una preferencia territorial dentro de Mérida:
• El loro cachetes amarillos se localiza principalmente en el centro,
• El loro cabeza amarilla, al norte,
• El perico pechosucio, en las periferias, y
• El loro frente blanca se distribuye de manera más uniforme en toda la ciudad.
Las otras especies identificadas incluyen al loro yucateco, la cotorra argentina y el loro cabeza azul, esta última considerada exótica.
Además del registro de aves, se han identificado 24 especies de plantas utilizadas como alimento, siendo el huaxín y el chacá las más frecuentadas. Los recursos consumidos incluyen semillas, frutos, brotes y flores. Un hallazgo relevante es el aumento en las interacciones antagónicas con otras especies, como los kaues, que tienden a espantar o agredir a los loros.
En cuanto a los sitios de descanso, se han ubicado 11 zonas de pernocta y 33 cavidades con actividad de anidación, lo cual aporta datos valiosos sobre sus hábitos reproductivos y ciclos anuales.
El proyecto aún está en desarrollo. Uno de los próximos pasos será completar el año de muestreo para analizar cómo varía el comportamiento de los loros a lo largo de las estaciones. También se implementarán monitoreos simultáneos, en los que los participantes registrarán observaciones desde distintos puntos de la ciudad al mismo tiempo, permitiendo así obtener datos comparativos y fortalecer el análisis.
“El objetivo es seguir generando información”, señaló la doctora Martínez. “Cada reporte es como una fotografía de lo que está ocurriendo, y mientras más tengamos, más sólidas serán nuestras conclusiones”.
A largo plazo, el programa busca proponer estrategias de conservación dirigidas a las autoridades, como establecer periodos específicos para la tala de árboles o proteger zonas de anidación. Estas medidas contribuirán a una mejor convivencia entre el desarrollo urbano y la presencia de estas aves, muchas de las cuales se encuentran en riesgo.
Finalmente, se reconoció el compromiso de los ciudadanos que participan como monitores, cuya labor ha sido clave para el avance y éxito del proyecto.