[vc_row][vc_column][vc_column_text]Habib Paul Chan Canul es un digno nieto de la abuela tierra de Yucatán, pues a sus 14 años ya dio sus primeros pasos como curandero y yerbatero en su comunidad, el municipio de Sinanché.
Desde hace un tiempo el adolescente, hijo de un pescador y una ama de casa, se dedica a fomentar un jardín herbolario en su casa, motivado por la enfermedad de un familiar muy cercano.
“Es más fácil ir a buscar una planta en tu patio que gastar miles de pesos en medicamentos”, afirma con toda seguridad Paúl, como lo conocen en la asociación Hunab Proyecto de Vida, a la que pertenece.
“En base a pomadas e infusiones o consumiendo las hojas de las plantas se pueden curar las personas, por supuesto, pidiéndole permiso a la planta, y creer en eso, que las plantas te van curar”, explica el joven yerbatero, quien adquirió este conocimiento en su entorno, pues asegura que en su comunidad, por ser de tipo de rural, no hay mucha disponibilidad de medicamentos químicos.
“En el pueblo mucha gente conoce de plantas, pero lamentablemente este conocimiento empieza a perderse, porque los que saben de plantas ya son personas muy ancianas”, agrega. “Yo confío más platicar con ellos que investigar”.
“La gente del pueblo ya me conoce y me apoyan entregándome plantas como pomolché o cacaltún que recolectan en los trayectos a sus milpas o en el monte”, señala orgulloso. “Yo las siembro y las reproduzco, ellos a su vez van y me piden orégano y otras plantas y yo se las doy”.
Respecto al familiar que ha curado, informa que es su mamá, quien tenía unos quistes cancerígenos y él preocupado por esa enfermedad comenzó a investigar y descubrió que el Kalanchoe era una alternativa herbolaria para ese mal.
El jovencito consiguió la planta, la sembró en su patio para tenerla disponible. De ahí comenzó a cultivar otras plantas y poco a poco ha ido creciendo su jardín herbolario.
Su papá lo ayuda limpiando el terreno, destroncando y retirando piedras. Su mamá y su hermana lo ayudan también investigando más sobre plantas. Igual cuenta con el visto bueno de sus abuelos, quienes están más que orgullosos de que Paúl mantenga estos conocimientos ancestrales.
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