El panorama de Morena Yucatán se está complicando demasiado, a tal grado que no fue posible que el partido del presidente López Obrador diera a conocer sus candidatos ayer lunes 22 de marzo, como lo tenían programado.
Ahora la nueva fecha es el 29 de marzo, casi al límite para poder registrar candidatos ante las autoridades electorales.
En mucho de este retraso tiene que ver el secuestro de candidaturas que pretende el rolandismo, corriente priista que ahora quiere controlar el proceso interno aprovechando sus relaciones con el senador Ricardo Monreal Ávila.
El legislador zacatecano quiere aprovechar las elecciones internas para afianzar sus aspiraciones presidenciales para 2024, pero los resultados obtenidos en diversos estados le han dado al traste a sus pretensiones.
Sus afanes de controlar las designaciones de candidaturas han terminado en estrepitosos fracasos. Solo por mencionar algunos casos cercanos, en Quintana Roo Monreal no pudo contra grupos afines a Marcelo Ebrard (otro aspirante presidencial morenista) que se quedaron con las candidaturas de la económicamente poderosa zona norte, que abarca municipios como Playa del Carmen y Cancún, y dos distritos federales.
Caso similar ocurrió en Campeche, donde el grupo de Layda Sansores controló completamente las candidaturas tanto locales como federales, sin dejarle ninguna al grupo monrealista.
En consecuencia, el único estado de la Península que le queda para dar batalla es Yucatán, donde Monreal se ha aliado con el rolandismo que pretende imponer como candidata a la senadora Verónica Camino Farjat a la alcaldía de Mérida.
Otros candidatos que pretende imponer son Carlos Moreno, en Kanasín, y Enrique Castillo Ruz, en Umán. Ambos son priistas que recientemente abandonaron el barco tricolor.
En todos los casos, ninguno de los aspirantes se registró cuando se abrió la convocatoria de Morena Yucatán. Al parecer no lo consideraron necesario, pues se sienten “bendecidos” y están confiados en su designación por “dedazo”.
La pregunta es ¿por qué tanta cercanía del grupo rolandista con el senador Ricardo Monreal?
La respuestas hay que buscarla unas décadas atrás, durante los tiempos de bonanza del salinismo, cuando Carlos Sobrino Sierra era dirigente nacional del Movimiento Territorial del PRI, y uno de sus colaboradores era el joven Ricardo Monreal.
En ese grupo participaba también Carlos Rojas, quien llegó a titular de la Secretaría de Desarrollo Social, hoy transformada en Secretaría del Bienestar.
Carlos Rojas se quedó a radicar en Yucatán e incluso llegó a ser diputado federal por la bancada del estado.
Hoy se sabe que el grupo rolandista-salinista se ha desligado del PRI y sus primeras huestes empiezan a desembarcar en Morena Yucatán, donde no son bien vistas y han tenido que recurrir a Monreal Ávila para tratar de imponerse.
Fue precisamente Carlos Sobrino, salinista de cepa, quien le abrió la puerta al ex gobernador Rolando Zapata Bello con el senador zacatecano, y de ahí hicieron acuerdos que se tradujeron, en primer término, en la salida del PVEM de Verónica Camino y su incorporación a la bancada de Morena, lo cual estuvo a punto de generar un rompimiento del Verde con el partido de López Obrador.
Ahora su siguiente paso es controlar las candidaturas para las elecciones del 2021, pero todo indica que no les ha salido a pedir de boca.
Su buque insignia, es decir, la candidatura de Mérida para Verónica Camino se ha topado con férrea resistencia de los morenistas, pero igual en las encuestas no ha salido bien parada la senadora fuertemente vinculada a Víctor Caballero Durán, quien ha sido el peor candidato del PRI en la capital yucateca.
Los sondeos han mostrado que Verónica Camino no solo no es popular sino que es repudiada por amplios sectores de la población meridana.
El candidato mejor posicionado es Ismael Peraza Valdez, popularmente conocido como “Echaniz”, quien incluso en algunos escenarios supera a los candidatos de partidos como el PAN y el PRI.
Sin embargo, esto parece no importarle a quienes pretenden imponer candidatos a como dé lugar, todo por escuchar el canto de las sirenas rolandistas que vienen, por cierto, de una estrepitosa derrota, la del 2018, que aún no terminan de digerir.