[vc_row][vc_column][vc_column_text]Un asesino a sangre fría, habituado a matar si los planes se le salen de control, así es el perfil de Víctor Manuel G.P., imputado este viernes por el homicidio de Édgar Armando González Meneses, el joven conductor asesinado en montes del municipio de Tixkokob, la noche del pasado viernes 3 de mayo.
“Lo maté, no es la primera vez que lo hago, no pasa nada”, respondió el individuo cuando le preguntaron qué había hecho con el chofer de plataformas digitales.
El crimen se cometió con ayuda de un cómplice que finalmente confesó y reveló dónde estaba el cuerpo de Édgar Armando, a quien sus familiares estuvieron buscando incansablemente por redes sociales.
El remordimiento del “ayudante”, quien ahora es testigo protegido, fue clave para esclarecer este asesinato que conmocionó a la sociedad yucateca.
Como informamos, el homicida fue detenido la mañana de este viernes en un parque del oriente de Mérida, luego de que el Juzgado de control de Kanasín emitió una orden de aprehensión.
El sujeto fue imputado este viernes por los delitos de homicidio calificado, robo cometido con violencia y robo de vehículo automotor, ante la juez que lo requirió, quien le impuso la medida cautelar de prisión preventiva por todo el tiempo que dure el proceso.
El acusado solicitó la ampliación del término constitucional para resolver sobre su situación jurídica, por lo que la autoridad judicial estableció la fecha del miércoles 22 de mayo para continuar con la audiencia, donde sería vinculado a proceso penal.
De acuerdo con el testigo protegido, el asesino de Édgar Armando trabajaba para una red de delincuentes dedicados al asalto de choferes de plataformas digitales, a quienes les solicitan viajes fuera de la ciudad.
En la audiencia de imputación se presentaron dos testimoniales claves, uno de ellos del testigo protegido, quien por cuenta propia se habría presentado a la Fiscalía General del Estado para revelar datos claves del crimen, cómo dónde se cometió y dónde estaba el cuerpo del chofer, así como con la forma en que fue ultimado.
El “arrepentido” conoció al homicida mediante un anuncio de préstamos en redes sociales. Una vez en contacto, Víctor Manuel le propuso hacer un “bisne”, el cual no se concretó sino hasta mediados de abril, cuando el asesino le confesó cuál era su “negocio”, consistente en la venta de autos robados.
Los vehículos los obtenían mediante asaltos a choferes de plataformas de movilidad digital, a los que hacía salir de la ciudad con el pretexto de servicios por los que les pagarían muy bien.
De hecho, obra en la carpeta el testimonial de un chofer asaltado por Víctor Manuel, quien para cometer sus fechorías usaba el nombre de “Franklin Ricalde”.
Este antecedente del caso de Édgar Armando ocurrió el 22 de abril pasado, cuando “Franklin” le pidió a un chofer que lo llevara a Tekantó junto con otro individuo.
En el camino, a la altura de Euán, comisaría de Tixkokob, uno de ellos pidió que se detenga el chofer, pues tenía que hacer una necesidad fisiológica, y ahí fue cuando “Franklin” sacó una pistola y amenazó al conductor, luego pretendió ahorcarlo con una soga mientras el otro sujeto le daba toques eléctricos.
El chofer aceptó bajar y aprovechó un descuido de los asaltantes para internarse en el monte y escabullirse de ellos.
El homicidio de González Meneses ocurrió con el mismo modus operandi. La noche del 3 de mayo “Franklin” y el testigo protegido le pidieron a Édgar un servicio a hacia una comisaría de Tixkokob.
Un poco antes se habían visto en el centro de Mérida para que el homicida le explicara cómo iba a hacer el “trabajo”. Ahí le dijo que iba armado con una pistola, pero que la utilizarían solo “para asustar”.
Cuando González Meneses llegó a buscarlos le pidieron que los lleve a Hubilá, comisaría de Tixkokob cercana a Ekmul.
Cuando estaban en la carretera Euán-Ekmul, uno de ellos pidió al chofer que se detenga porque iba a hacer una necesidad fisiológica.
Cuando Édgar se detuvo, Víctor Manuel sacó la pistola y amenazó al chofer, a quien obligaron a bajar del auto. Sin dejar de apuntarle con el arma, “Franklin” se lo llevó hacia el monte y le pidió al testigo que diera una vuelta con el vehículo que manejaba González Meneses, un Beat rojo.
Asesino a sangre fría
Cuando regresó, el homicida ya lo estaba esperando en la carretera, y cuando le preguntó por el chofer, el asesino habría respondido: “Lo maté, no es la primera vez que lo hago, no pasa nada”.
“Ese no era el plan”, le reclamó el testigo, quien recibió amenazas si hablaba de lo sucedido.
Camino hacia Mérida, “Franklin” se comunicó con una mujer a quien le dijo: “Ya está, jefa, está todo tranquilo”.
Para tranquilizar al testigo, lo invitó a comer unas hamburguesas en Tixkokob e incluso le dijo que si no quería conocer a la “jefa”, pero aquel se negó y pidió que lo bajara en Villas Oriente, donde abordó un auto de plataforma para ir a su casa.
No supo del asesino sino hasta que le envió un mensaje donde le indicaba que le daría un dinero apenas pudiera vender el Beat rojo.
El remordimiento no dejaba en paz al testigo y finalmente se acercó a la Policía, ante la cual confesó el crimen, reveló dónde podría estar el cuerpo de González Meneses y hasta la posible ubicación del auto.
El cuerpo, como informamos en su oportunidad, fue hallado en el monte en la carretera Euán-Ekmul, y el auto fue localizado en un predio a las afueras de Cacalchén. En el vehículo se encontró el arma homicida y una boleta de empeño del celular de Édgar.[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row]