Vivir en Hacienda San Diego Tixcacal, al poniente de Mérida, no debería significar vivir aislado, pero lamentablemente así es. Desde hace tiempo, las y los vecinos enfrentan abandono total en el tema del transporte público.
No hay camiones suficientes, no hay horarios fijos y los domingos, simplemente, no hay forma de salir de la hacienda al centro.
Donde está el paradero, hay que esperar más de una hora, haga sol o lluvia. El supuesto horario que prometía un camión cada 20 o 30 minutos no existe en la práctica. A veces apenas circulan dos camiones para todo el día.
Y si no se logra tomar uno de esos, la única opción es caminar hasta el periférico para ver si ahí se puede tomar otro camión o, con suerte, encontrar un mototaxi.
Todos los días hay que estar preguntando entre los vecinos si ya salió el camión, si ya está en el paradero o si va al centro. No hay ningún sistema oficial que informe ni brinde certeza.
Actualmente hay un solo camión que debe cubrir dos haciendas, lo cual es completamente insuficiente. Y si alguien opta por tomar un Uber desde el centro, los mismos choferes explican que deben rodear todo el periférico para poder entrar, lo cual encarece y dificulta aún más la movilidad.
Lo más frustrante es que si trabajas en el centro y sales después de las 9:00 p.m., ya no alcanzas transporte. Supuestamente el último camión sale a esa hora, pero si sales a las 10, no hay manera de volver a casa.
En otras colonias, el último camión sale a las 11 o 11:30 de la noche y el primero pasa entre 4 y 5 de la mañana. Ahí sí hay transporte continuo; aquí no, aquí hay que estar “pescándolo” a ver si pasa.
Y eso sin contar que el horario oficial de 20 o 30 minutos entre camiones nunca se cumple. Las unidades circulan sin control ni regularidad.
El transporte público no es un lujo, es un derecho. Es un servicio indispensable que todos necesitamos para trabajar, estudiar y movernos. Ya es hora de que se escuche a la comunidad de Hacienda San Diego Tixcacal y se nos dé una solución digna.