En un esfuerzo sin precedentes por conservar al jaguar, ícono de la biodiversidad mexicana, la reserva ecológica de Dzilam de Bravo ha sido equipada con tecnología de punta para monitorear y proteger a estos felinos, especialmente a las crías, en lo que especialistas ya llaman una auténtica “guardería de jaguares”.
Con el respaldo del proyecto Tech4Nature, impulsado por la organización C Minds, la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), y el Gobierno de Yucatán, se han instalado más de 20 cámaras trampa conectadas a un sistema de inteligencia artificial desarrollado por Huawei Cloud, que permite identificar individualmente a los jaguares mediante el análisis de sus manchas únicas.
Actualmente, se tienen plenamente identificados 16 ejemplares, incluyendo hembras y cachorros, lo que confirma que la zona es un sitio de reproducción clave. “Aquí se reproducen. Es una guardería de jaguares”, explicó Anuar Hernández, del Programa de Felinos en Pronatura.
El sistema de monitoreo recopila datos cada 40 días y los envía a laboratorios de la Universidad Politécnica de Yucatán, en Mérida, donde son analizados por científicos para estudiar el comportamiento y desplazamiento de los jaguares en las más de 60 mil hectáreas de la reserva.
Aunque el algoritmo ha logrado avances significativos, guías locales como Benjamín Campos y Juan Castillo aseguran que hay más jaguares de los que ha registrado la tecnología. “Nosotros hablamos de más de 40”, apuntan mientras identifican huellas en el terreno y se detienen a escuchar la respiración de un ejemplar a pocos metros.
Ambientalistas alertan que la presión sobre el ecosistema —por la pérdida de hábitat y la caza furtiva— amenaza con reducir la población de jaguares. De los 4 mil a 5 mil ejemplares que se estiman en México, más de la mitad habita en la península de Yucatán, una región crucial para la supervivencia de esta especie emblemática.