La participación de la mujer en los ámbitos científicos ha aumentado, incluso registrándose áreas de conocimiento con equidad, sin embargo, en otras persisten desigualdades que se deben superar, coincidieron especialistas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), al afirmar que para lograr un mayor interés se requiere fomentar la vocación desde la infancia.
La directora del Instituto de Matemáticas, Isabel Hubard Escalera, reconoció que la situación ha mejorado, aun el cambio es lento. Y no solo se trata de un problema de números (33.3 es el porcentaje medio mundial de investigadoras, de acuerdo con la Unesco), sino de trabas, obvias y sutiles, que incluyen evaluaciones académicas inequitativas respecto a sus pares varones, o comentarios sobre “la forma en que nos vemos, vestimos o nos comportamos”.
De acuerdo con la secretaria general de la Facultad de Ciencias (FC), Guadalupe Lucio Gómez-Maqueo, falta que surjan más científicas en los estratos económicamente vulnerables o en los niveles más altos del Sistema Nacional de Investigadoras (SNI), por ejemplo.
Hubard Escalera refiere con motivo del Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia, a celebrarse este 11 de febrero, que inclusive cuando avanzan en su carrera académica y están en un puesto de toma de decisiones, enfrentan comparaciones como “el hombre es comprensivo; ella es débil”; “él es fuerte, ella es intransigente y autoritaria”, etcétera.

Las diferencias se hacen evidentes: las familias que carecen de recursos para que sus hijas e hijos estudien, optan porque sean los varones quienes se preparen. A partir de ese momento enfrentan trabas, a lo cual se suma el tiempo que dedican a los cuidados de sus descendientes y, más tarde, de sus padres.
Si un hombre destaca en matemáticas es “muy bueno”, “inteligente”, “un genio”; cuando una lo hace es “muy estudiosa”, “muy matada” o “muy ñoña”. Estos estereotipos refuerzan la idea de que son mejores que nosotras y más aptos para este tipo de disciplinas, enfatizó Hubard Escalera.