[vc_row][vc_column][vc_column_text]David era un niño curioso. Tenía achocada entre ceja y ceja la idea de conocer un faisán. “Vivimos en la ‘Tierra del Faisán y del Venado’ y yo no conocía un condenado faisán. En sexto grado de primaria alguien me dijo que en el Centenario había faisanes y allí me llevaron. Había dos, efectivamente, pero eran chinos, no de Yucatán como nuestros hocofaisanes”, recuerda David González Domínguez, pionero hoy día en la cría y preservación de esta especie endémica del Estado.
Desde aquel entonces, cuando vio por primera vez en su vida un faisán, nunca se le salió de la cabeza la idea de volver su tierra el antiguo paraíso del faisán y del venado, sobre todo del faisán, una especie declarada en peligro de extinción.
Por eso este empresario “multitasking”, dedicado al desarrollo agropecuario del Estado, rotario y dueño de la empresa de seguros AB Agentes de Seguros, trabaja desde hace años en programas sociales dedicados a la formación de agentes de seguro conscientes en el respeto al medio ambiente. “Tenemos que dejar un mundo mejor que el que encontramos”, puntualiza.
Por eso inició un programa de siembra de 120 hectáreas de flora endémica con especies como cedro, caobas y ramones, entre otros: “Contamos con una UMA (Unidad para la Conservación, Manejo y Aprovechamiento Sustentable de la Vida Silvestre) aprobada por la SEMARNAT para preservar la flora y fauna de Yucatán. En las instalaciones de la Hacienda Yabucú es donde trabajamos y donde hace dos años arrancamos con la preservación del hocofaisán, actualmente tenemos 14, cinco hembras y nueve machos. Los trajimos de Quintana Roo y de granjas de Yucatán”, detalla.
FAISANES EN VUELO PARA 2025 Y 2030
Con un veterinario de planta en las instalaciones de la hacienda, el profesional se encarga de todo lo referente al tratamiento de esta especie para que se reproduzcan bajo los protocolos establecidos y así el proyecto tome vuelo.
“Buscamos liberar mil ejemplares de hocofaisanes para 2025 y 10 mil para 2030. Es fundamental que esta especie pueda encontrar su hábitat para estar en libertad y pueda sobrevivir, esto es primordial para nosotros”, señala.
Y si se piensa que los hocofaisanes son mansitos y amistosos, es un error. Son huraños, nerviosos y huidizos en su estado natural: “Claro que en estado más doméstico y en contacto con la raza humana desde pequeños, se vuelven más amigables, pero en su naturaleza no es un animal que lo llames y venga corriendo, definitivamente no te va a ver con buenos ojos”, comenta David, haciendo hincapié en que es una especie para estar libre y en su hábitat.
Estos hocofaisanes pesan entre cuatro y cinco kilos, igual a un pavo normal de patio. El macho es negro y blanco y la hembra es más bonita, con tonos cafés y dorados. “Además tenemos el proyecto de reproducir pavos ocelados, otra especie en peligro de extinción”, agrega.
Aunque esto “recién empieza”, como explica González Domínguez, los planes para 2025 y 2030 están para el empresario a la vuelta de la esquina: “Primero tenemos que aprender el análisis del entorno completo que rodea al faisán. Hay técnicas por todo el mundo pero no son nuestras, debemos hacer algo desde acá para masificarlo con miras a los estándares de liberación que nos propusimos”, continúa.
Como cuando era un niño, David sigue con la idea entre ceja y ceja: “Que yo no me muera sin ver al faisán dorado por nuestras llanuras para que así vuelva a ser la ‘Tierra del Faisán y del Venado’, ese es mi gran sueño”, finaliza.
Cecilia García Olivieri.[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row]