[vc_row][vc_column][vc_column_text]Dice la periodista chilena Susana Roccatagliata, autora del libro “Un hijo no debe morir”, que el duelo al que se enfrenta un padre es: “El desafío más grande que se le plantea al ser humano”. La periodista había perdido a su hijito de cinco años, luego de que le realizaran un estudio médico.
Mónica Avila Rodríguez y Santiago Sosa Cerón están ante ese desafío, pero no hay una medida para calcular cuán conscientes son de eso hoy día. Hace menos de un mes perdieron a su único hijo Fabrizio, de apenas un año, por causas que todavía no entienden ni ellos ni la sociedad que los ve sufrir minuto a minuto, sin una explicación.
Fabrizio, un nené sano, adicto a los abrazos, el baile y la guía de los autos, fue sometido a una cirugía ambulatoria en agosto pasado para corregir un testículo que no había bajado correctamente. Tres días después y luego de pasar un infierno, Mónica y Santiago recibieron la noticia de que su hijo había muerto. Todavía nadie les informó la causa del deceso, ni médicos, ni las autoridades de la clínica Star Médica, donde fue atendido.
A pesar del cansancio, de no saber bien qué día es hoy y, sobre todo, de la desesperación de despertarse cada mañana sin Fabrizio, los dos están juntos y se miran cómplices cuando recuerdan al “Gordo Bello”, como lo llaman. Y se ríen pensándolo, y hablan de él en presente porque Fabrizio no está más pero tampoco se fue, se lo siente en la piel de su mamá y en la mirada de su papá, en los ademanes que los dos hacen cuando lo recuerdan revolviendo gavetas, comiendo, jugando en el agua y diciendo sus primeras palabras.
Mónica y Santiago están juntos hace casi cinco años. Para él fue amor a primera vista y hasta se metió a bailar salsa para estar con ella. Luego de casi medio año de llamadas telefónicas, salidas a pasear y al cine, Mónica le dijo que sí y desde entonces están juntos. Ella lo mira y dice que le encanta su personalidad, su mirada y cómo la hace sentir segura. Él le devuelve la mirada y dice que de ella le gusta todo…
Disfrutaron un tiempo solos y después vinieron las ganas de tener un hijo pero se hacía desear… Luego de perder un embarazo, Mónica se encomendó a Dios y le dijo que si no iba a tener un hijo, ella sería una tía feliz para siempre… Pero vino la sorpresa y se llamó Fabrizio.
Con los ojos brillosos y la sonrisa de oreja a oreja, Mónica recuerda un embarazo fabuloso y un nacimiento mejor aún. En agosto del año pasado nació el “Gordo bello” que enloqueció y enloquece a toda la familia.
“Cada vez que llegaba a casa del trabajo, entraba silbando y Fabrizio se emocionaba y se reía cuando me veía porque me estaba esperando. Yo me encargaba de hacerlo dormir, cada noche lo mecía en brazos y le cantaba una y otra vez la misma estrofa de una canción hasta que cerraba sus ojitos”, relata el papá.
Mónica recuerda los despertares: “A las seis de la mañana tomaba su mamila y ya se quedaba en la cama con nosotros y lo llenábamos de besos. Hoy día, antes de dormirnos, le rezamos y le damos sus “besos de mamá y papá”, cuenta, emocionada, mientras acaricia con los dedos el collar de ámbar de Fabrizio que ahora lleva de pulsera.
Hay días que Mónica y Santiago no quieren ver a nadie ni salir de la casa, el mismo sitio que les recuerda todo el tiempo a su nené. Sin embargo, creen en Dios y tienen fe en que encontrarán respuestas. “Se nos acercó muchísima gente contándonos casos similares. Sentimos que hay una indignación social porque generan empatía con nosotros y piensan: “Dios mío, pudo ser mi hijo”, explica Santiago.
Los dos coinciden en el apoyo recibido por los medios de comunicación no sólo locales, sino también nacionales que hicieron eco de su caso, así como también de médicos del Estado y de otras partes del país que les piden que no bajen los brazos y exijan justicia. Y gracias a las redes sociales han recibido comentarios de apoyo de gente de otras partes el mundo como Canadá, Uruguay y Argentina.
Ahora toda la energía de Mónica y Santiago está puesta en la marcha de este domingo, a las 10 de la mañana, en el parque Tabentha que se encuentra a un costado de la clínica Star Médica, hacia donde caminarán vestidos de blanco y con globos del mismo color. Es cierto que nada mitiga el dolor continuo que se les dibuja en la cara, ni nada en el mundo aleja el olor a gordo bello que todavía llevan en la piel. Sin embargo y por ese mismo hijo que hicieron juntos, no pueden bajar los brazos y piden hoy y siempre #justiciaparafabrizio.- Cecilia García Olivieri.[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row]