[vc_row][vc_column][vc_column_text]Nota mental para estos días:
-Comprar regalos de Papá Noel
-Descongelar el peceto (es un corte de carne de vaca que acá le dicen cuete) para hacer el vitel toné, un platillo sudaca.
-Preparar la fiestita de cumple de Martín (post navidad).
-Esperar en posición de flor de loto que terminen las fiestas y arranque el año.
¿Por qué me tengo que “enyoguizar”? Porque me falta, carezco, no tengo paciencia. Soy ansiosa por naturaleza y, aunque la maternidad me hizo bajar unos cuantos cambios, todavía quiero que las cosas sucedan YA.
¿No pueden pasar más rápido las fiestas? Es lindo reunirse y todo eso, pero también extraño a mi familia argentina en estos días.
Y esperar para los regalos de Santa ni les cuento lo que me afecta. Por eso creo que me aguanto hasta lo último para comprarlos, así no tengo que pensar demasiado en los escondites para que no los encuentren ni en padecer la ansiedad de dárselos. Para colmo acá hay que esperar hasta la mañana del 25, un calvario para mí y mis hijos.
Y después viene el 27, el cumpleaños del más chiquito de la familia, siete años. Y habrá que preparar piñata, invitar a algunos cuates (ya estamos en receso escolar así que eso complica un poco el asunto) y comprar otro regalito, ya que recibe por partida doble: Santa y dos días después de la familia.
Y el movimiento de la ciudad que se frena por unos cuantos días. Los candidatos del próximo proceso electoral, como avestruces, asoman la cabeza pero se esconden, no hablan, no pueden decir nada hasta que no se emitan las convocatorias de sus respectivos partidos. Y la nave va…
Hoy un amigo que anda con proyectos de emprendimientos personales me contaba que quedó con otro cuate para verse en estos días y arreglar un negocio. Llamó a su amigo para tomar un café y platicar del asunto y recibió como respuesta: “Nos vemos después de las fiestas, ¿No? El año que viene”. O sea, todo es un postergar.
Estamos inmersos en una época de tensa calma y gastadera de dinero sin fin. Es como que estamos anestesiados, pasan cosas y no pasan nada, toda la energía se direcciona al fin de semana que viene y luego se avecinan siete días idénticos para recibir el año nuevo.
Salgo del clóset y lo digo, con la poca corrección política que me caracteriza: Soy Grinch y no soy la única. Levante la mano quien quiere que ya llegue Santa y se acaben las fiestas. Yo mientras me voy a hacer el vitel toné, un corte de cuete generoso que se hierve con condimentos hasta que la carne se cocine y luego se fetea como si fuera un fiambre. Se sirve con una salsa que se hace con mayonesa, alcaparras, atún, anchoas y mostaza (todo licuado). Se come frío, al plato o en sándwiches (ideal para este clima), adornado con huevo duro picado y alcaparras, es una delicia navideña de mi tierra, para ustedes. Y nos vemos la semana que viene, si es que la ansiedad no me provoca un ACV.[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row]