[vc_row][vc_column][vc_column_text]El especialista Eddie Ariel Salazar Gamboa tildó de farsantes y mentirosos a los investigadores Iván Šprajc y Pedro Francisco Sánchez Nava, quienes consideraron como un mito el descenso de Kukulcán en El Castillo de Chichén Itzá.
“Los fenómenos arqueoastronómicos registrados en la pirámide son reales, y demuestran el conocimiento que tenían los sacerdotes –astrónomos mayas, tan como lo tuvieron los egipcios, al alinear sus edificios hacia Orión y Tauro, entre otras culturas que utilizaron los cuerpos celestes como una forma de medir el tiempo”, acotó.
“Me parece raro que siendo arqueólogos no comprendan que los mitos no se pueden desechar, ya que son parte esencial de una cultural, además que todo es simbólico. Tienen todos los elementos en sus manos, pero no los quieren ver”, enfatizó.
En el caso de El Castillo, la estructura tiene una alineación con respecto al Sol y a la Luna, por lo que refutó la versión de los arqueólogos eslovaco y mexicano, a quienes les pidió el respeto para todos los puntos de vista.
“Es muy respetable el punto de vista de Ivan Šprajc y Sánchez Nava, pero la postura que tomaron son ‘puras vaciladas’”, enfatizó al comentar que ambos consideraron que su trata de un fenómeno fortuito de luz y sombra que jamás fue planeado por los antiguos mayas para conmemorar los equinoccios
“Es farsante la persona que dice que tiene toda la verdad, y en el caso de arqueoastronomía, todo son relaciones e hipótesis, las cuales requieren la comprobación matemática, astronómica y arqueológica”, afirmó.
Abundó que “la ciencia demuestra las hipótesis y teorías formuladas, con base a una metodología rigurosa, pero en el caso del conocimiento de los mayas, es más incierto”.
Reconoció que “no hay evidencias para sustentar el descenso, permanencia y ascenso de Kukulcán sobre la alfarda noroeste del El Castillo, pues no hay información correspondiente en los tres códices que hoy existen así como en los documentos mayas escritos con caracteres españoles que aparecieron durante la colonización”.
“Sólo tres códices lograron subsistir (el Madrid, el París y el Dresde), ya que el resto fueron quemados o destruidos, principalmente por los frailes españoles”, acotó.
Salazar Gamboa aseveró que “tampoco ellos tienen la evidencia para sustentar sus hipótesis”,
El académico del Instituto Tecnológico de Mérida (ITM) consideró como una mentira la postura de Šprajc y Sánchez Nava al afirmar que las alineaciones arqueoastronómicas registradas se trata “de fenómenos reales, verídicos, incluso se puede buscar una visita mucho más académica de otros fenómenos que no son conocidos y que tenemos registrados”.
Aunque ambos refutaron el fenómeno arqueoastronómico de Chichén, establecieron que “los edificios eran construidos con una orientación que quería simbolizar el orden del cosmos ideal pero jamás para registrar un fenómeno como los equinoccios”.
Causalidad no casualidad
El astrónomo yucateco afirmó que “los acontecimientos que se observan en El Castillo de Chichén Itzá no son una casualidad, pero si son una causalidad creada por los sacerdotes – astrónomos mayas”.
“Las circunstancias demuestran que hay un descenso, permanencia y ascenso de Kukulcán, que se da con el Sol durante los equinoccios, y en el caso del fenómeno lunar, se registra con la primera Luna llena después del equinoccio de primavera, la cual, también marca la Semana Santa y las fiestas movibles”, sentenció.
Asimismo, en el caso de los solsticios, en ambos casos dividen a la pirámide en dos partes iguales.
“El fenómeno arqueoastronómico del solsticio de verano se registra entre las 6:30 y 7:30 horas, cuando el costado Norte y Oriente de quedan completamente iluminado por los rayos del Sol, mientras que la parte Sur y Poniente, permanece en sombras”, subrayó.
Mientras que en el caso del solsticio de invierno, la bisección de la pirámide acontece por la tarde, antes de que se oculte el Sol, por lo que el costado Sur y Poniente quedan iluminados, mientras que están ensombrecidos los lados Norte y Oriente.
Por ende, “El Castillo de Chichén Itzá representa un verdadero calendario solar, al marcar los equinoccios y los solsticios, así como el día en que el Sol está en el cenit, el 25 de mayo y el 11 de julio”.
Expresó que en el estudio que Šprajc y Sánchez Nava efectuaron durante más de un mes, desde el 10 de marzo hasta la mitad de abril, “no es el mismo Kukulcán, ya que el número de triángulos que forman su cuerpo son distintos”.[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row]