[vc_row][vc_column][vc_column_text]Cerca de 420 mil alumnos de educación básicas retornarán a las aulas a partir de este lunes 27, y con ello, aparecerá el síndrome posvacacional, el cual provocará irritabilidad y problemas del sistema nervioso entre los niños y adolescentes, coincidieron especialistas.
Asimismo, destacaron la necesidad de procurar que los menores de edad acudan a clases desayunados y por las noches, evitar el uso de teléfonos celulares y tabletas.
El síndrome posvacacional es una reacción psicológica y biológica que sufren muchas personas que terminan su periodo vacacional y retornan a las labores productivas o de estudio, explicó el subdirector de Posgrado de la Facultad de Psicología de la Universidad Autónoma de Nuevo León (UANL), José Cruz Rodríguez Alcalá.
“Si bien no está diagnosticado como una enfermedad, el síndrome posvacacional se manifiesta con intensidad en estas fechas”, acotó.
Las dos primeras semanas
Por su parte, el jefe de Pediatría del Hospital General Regional (HGR) No. 12 del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) en Yucatán, Rafael Sauri Pat, señaló que ante los problemas que tendrán los estudiantes en estas dos primeras semanas, es necesario “tenerles un poco de paciencia”.
“Si observa que los escolares están fatigados, irritables, con dolor de cabeza o de estómago, posiblemente se deba a que están durmiendo menos de ocho horas; el sistema nervioso central es el primero en resentir la falta de sueño reparador, lo que puede causar inquietud e incluso ansiedad en los menores”, subrayó.
Sugirió a madres y padres de familia a que retomen los hábitos de sueño y alimentación a fin de evitar el bajo rendimiento escolar y conductas irritables.
“Dormir entre seis y ocho horas al día y establecer un horario fijo para ir a la cama, así como evitar al menos una hora antes de que los menores duerman, aparatos electrónicos como la televisión, teléfono celular, tableta, videojuegos, etcétera ayudará a que retomen sus hábitos de sueño”, abundó.
Agregó que los progenitores o tutores deben ser tolerantes con sus hijos en las dos primeras semanas de clases, que es un lapso considerable en lo que se reajusta su reloj biológico, para que paulatinamente se adapten a sus nuevas actividades escolares, extra escolares y deportivas.
La importancia de comer bien
En cuanto la alimentación, recomendó que aunque todas las comidas del día son importantes, el desayuno es indispensable, ya que aporta el 25 por ciento de la energía total que una persona utiliza todo el día.
“El desayuno y la comida deben contemplar, por lo menos un ingrediente de los cinco grupos de alimentos: frutas y verduras en primer lugar; cereales, que deben ser suficientes; y, en menor cantidad, leguminosas y alimentos de origen animal”, abundó.
La cena de preferencia debe ser ligera, como un vaso de leche, pan tostado y fruta, por ejemplo.
En el “lunch” o refrigerio, incluir frutas y vegetales y evitar en la medida de lo posible, las golosinas y los alimentos o comida “chatarra” que sólo favorecen la mala alimentación y la obesidad.
Al mismo tiempo, mantener una hidratación suficiente con agua o jugos naturales durante clases y reducir la ingesta de refrescos o bebidas con colorantes o endulzantes artificiales.
Por su parte, Rodríguez Alcalá remarcó que “cuando la persona concluye sus vacaciones y regresa a su actividad normal, requiere que se adapte al cambio de situaciones. Desde el punto de vista biológico, esa alteración necesita un periodo de reajuste para volver a acomodar sus horarios, sus actividades”.
Sin embargo, el reloj biológico no es el único que encuentra alteraciones, puesto que la mentalidad de los retornantes juega, de la misma manera, un rol fundamental para los sentimientos de tristeza, angustia y depresión posvacacional.
Pueden prolongarse hasta tres meses
Abundó que “desde el punto de vista psicológico, necesitas prepararte para afrontar las responsabilidades propias de tu trabajo o escuela. Aunque los síntomas de depresión, miedo o agresividad desaparecen en una o dos semanas posteriores al regreso, puede estar latente hasta tres meses”.
Resaltó que ésta situación es pasajera, ya que tan pronto las personas se ajustan a las actividades ordinarias, ya sea de escuela o de trabajo, desaparece el síndrome posvacacional
Una vez que la rutina vuelve a establecerse, los efectos biológicos y psicológicos comienzan a disiparse. A pesar de ello, existen algunos factores externos a la persona que pueden acentuar los síntomas, así como prolongarlos.
“Existen algunas situaciones del entorno que agraven y determinen la probabilidad de que el síndrome posvacacional se presente. Por ejemplo, ocurre si se es víctima de mobbing o bullying, o si mi jefe tiene una personalidad gerencial”.
Algunos de los síntomas que se pueden presentar en el regreso a las labores cotidianas incluyen cansancio, mucha hambre o falta de ella, alteración en el sueño, depresión, ansiedad, miedo, así como percepciones negativas de la realidad, concluyó.[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row]