[vc_row][vc_column][vc_column_text]Los niños y los borrachos siempre dicen la verdad, menciona conocido refrán, pero a Lázaro Gamboa Palomo, de 57 años y vecino de la colonia Francisco I. Madero de esta ciudad, no le hicieron caso.
El hombre estaba en su casa de la calle 31 con 26 del citado rumbo, donde ingería bebidas embriagantes y a cada rato decía que se iba a matar.
Su esposa, pensando que nada más lo decía porque estaba ebrio, lo tiró a loco y entró al baño.
Al salir minutos después lo encontró en su habitación, ahorcado con el brazo de su hamaca.
Pensando que aún vivía, la mujer lo bajó, lo recostó en el piso y pidió ayuda, pero ya nada pudo hacerse por Gamboa Palomo, pues ya estaba muerto.
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