“Dios nos ampare en esta nueva circunstancia (la aprobación del matrimonio igualitario)”, expresó el arzobispo Gustavo Rodríguez Vega, en su homilía de este domingo 29 de agosto.
“El Congreso aprobó la redefinición del matrimonio, restringiendo la protección a la Institución Matrimonial y a la Familia, dejando a un lado la realidad sexuada del ser humano”, agregó el prelado.
Estas y otras expresiones que hizo el jerarca del catolicismo en Yucatán, motivaron que el Colectivo por la Protección de Todas las Familias en Yucatán (ColectivoPTFYuc) recurriera a la Conapred, donde interpusieron una denuncia para exigirle al Arzobispo Rodríguez Vega que se disculpe públicamente con la comunidad LGBTQ+.
En un comunicado, el ColectivoPTFYuc expresó que reprueba las expresiones discriminatorias en contra de la aprobación del matrimonio igualitario que hizo monseñor en su homilía dominical.
El boletín menciona también:
Al asegurar que el Congreso de Yucatán “aprobó la redefinición del matrimonio, restringiendo la protección a la Institución Matrimonial y a la Familia, dejando a un lado la realidad sexuada del ser humano”, Rodríguez Vega manipula la realidad. Desde el 2015, gracias a la jurisprudencia de la Suprema Corte sobre el matrimonio igualitario, parejas del mismo sexo se han podido casar en todo México, incluyendo Yucatán.
Lo ocurrido el pasado 25 de agosto por la Legislatura LXII fue el simple reconocimiento a la no-discriminación en el acceso a este derecho para eliminar la necesidad de tener que tramitar un amparo para quienes decidan contraer matrimonio civil.
Asimismo, la Suprema Corte en esa misma jurisprudencia reconoció que limitar la definición de matrimonio a la unión entre un hombre y una mujer con fines reproductivos es inconstitucional. La sexualidad humana es diversa: las personas LGBTQ+ formamos parte de la “realidad sexuada del ser humano”. Pensar que solo pueden casarse las parejas que desean o pueden procrear limitaría a parejas heterosexuales adultas mayores, parejas con retos de fertilidad y a parejas que no deseen tener descendencia. Eso no les hace menos válidas como familias ni como personas que desean acceder a esta figura jurídica para proteger su patrimonio y acceder a otros derechos como el seguro social y la vivienda.
Al aseverar —sin evidencia, como es costumbre— que “juzgo que esta votación no representa en esta ocasión el verdadero sentir del pueblo y sus valores”, busca con malicia ignorar los grandes avances sociales en los últimos diez años desde que grupos antiderechos afines al Arzobispado exitosamente coloraron los candados discriminatorios para prohibir el matrimonio civil a parejas del mismo sexo, los cuales apenas pudieron ser reformados.
Pese a que los derechos humanos no deben ser sujetos a la voluntad de las mayorías —de lo contrarío minorías raciales no tendrían al menos en papel una certeza jurídica igualitaria—, según la Encuesta Nacional Sobre Discriminación de 2017 (CONAPRED, CNDH, INEGI), arriba del 63% de las personas encuestadas en Yucatán estaban a favor del matrimonio igualitario.
Que el Arzobispo diga “Esto obliga a todos los padres de familia a poner más atención todavía en el acompañamiento y cercanía amorosa con sus hijos, en esta época en la que se les genera tanta confusión, especialmente en su adolescencia”, parece ser una indicación directa a familias católicas a rechazar la naturaleza de sus hijas e hijos. La confusión viene cuando quienes te deben amar incondicionalmente te rechazan por ser quien eres.
Según las Naciones Unidas, las juventudes LGBTQ+ son mucho más propensas que las demás personas jóvenes a no tener hogar, causado por el rechazo y los abusos de sus propias familias y comunidades, y de acuerdo a varios estudios, jóvenes LGBTQ+ que viven rechazo de sus familias por ser quienes son están siete veces más en riesgo de intentar morir por suicidio que sus contrapartes @ColectivoPTFyuc heterosexuales. La discriminación es un tema que impacta la salud mental y el derecho a la vivienda de nuestra comunidad.
Expresamos nuestro total rechazo a los discursos de odio hacia personas LGBTQ+ que el Arzobispo de Yucatán emitió, que tienen un impacto directo en la discriminación que nuestra comunidad vive a diario en la sociedad, en el acceso y ejercicio de nuestros derechos humanos y civiles e incluso en las violencias que sufrimos en el interior de nuestras familias. La libertad de expresión y religiosa no amparan los discursos discriminatorios.