Era casi la medianoche cuando elementos de la Secretaría de Seguridad Pública (SSP) atendieron una solicitud que no implicaba un delito ni una emergencia, pero sí una necesidad humana urgente: ayudar a un adulto mayor con discapacidad a trasladarse de su silla de ruedas a su cama.
La petición fue hecha por doña Elva, una mujer de 88 años que, con el amor intacto por su esposo, pidió apoyo porque no podía sola. Don Wilberth, de 67 años, enfrenta una condición que le impide moverse por sí mismo, y esa noche simplemente necesitaban una mano solidaria.
Sin dudarlo, el personal de la SSP acudió al domicilio en el fraccionamiento Juan Pablo, donde realizaron la labor con respeto y calidez. El gesto fue sencillo, pero para la pareja significó tranquilidad, compañía y seguridad.
La proximidad social no siempre se mide en operativos o detenciones. A veces, se trata de estar presentes donde hace falta el lado más humano de la autoridad. Y esa noche, fue justo lo que ocurrió.
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