Categorías: Policía

Hasta del viento se protegió a homicida liberado por edad

[vc_row][vc_column][vc_column_text]El médico Moisés Méndez Mejenes, quien fue sentenciado a 25 años de prisión por doble asesinato cometido en agosto de 1999, fue liberado la tarde de ayer miércoles con todos los beneficios que otorga la nueva Ley Nacional de Ejecución de Sentencias.

Dicha ley permite la salida anticipada de reos que hayan cumplido el 70 por ciento de su condena y garantizado el pago de la reparación del daño, siempre y cuando reúnan los requisitos, como que no sean un riesgo para la sociedad y que no haya oposición del Ministerio Público con argumentos firmes.

Tras una audiencia en la que se anunció que se le concedía la petición que planteó a principios de semana su defensa, se informó a Méndez Mejenes de los privilegios que le otorga la decisión.

Por ejemplo, por tratarse de un adulto se deben corroborar sus buenas condiciones alimentarias y de salud antes de abandonar el reclusorio.

Al momento de salir de prisión se debe verificar que no quede expuesto a inclemencias del tiempo o a la soledad una vez abandonado el penal.

Tampoco se le deberá liberar en horarios inadecuados que le impidan un fácil traslado. Por ejemplo, que salga del Cereso en horas de la madrugada y que no haya servicio de transporte.

Foto: La vieja Guardia

Si no tiene medios para trasladarse, el estado se encargaría de llevarlo a su domicilio. Y si no tiene un lugar donde habitar, se le buscaría un albergue.

Méndez Mejenes, quien se desempeñaba como anestesiólogo antes del doble crimen, salió del reclusorio a las 4 de la tarde, acompañado del director del Cereso, Francisco Brito Herrera.

Ya lo esperaban sus nietos, que se encargaron de llevarlo a un domicilio que no se especificó.

Moisés Méndez, de 85 años de edad, obtuvo el beneficio de la libertad condicional, toda vez que había cumplido el 70% de su condena de 25 años, además de que se tomó en cuenta su edad avanzada.

A través de su defensora pública, solicitó el beneficio de la libertad anticipada en base a la nueva Ley Nacional de Ejecución de Sentencias.

La solicitud se hizo ante el Juzgado Segundo de Ejecución de Sentencias, que concedió la libertad al octogenario reo.

Junto con otros cuatro sujetos, Méndez Mejenes fue hallado culpable del brutal y doble asesinato cometido en un predio de la calle 68 con 57 del barrio de Santiago. Los otros involucrados son sus dos hijos, un nieto y un empleado de la familia.

Los involucrados tenían tratos con la señora Zurita Azcorra porque recurrían a ella frecuentemente para solicitar préstamos.

Quienes la conocieron decían que era implacable y no tenía miramientos para quedarse con propiedades, alhajas y otros bienes en caso de que no le pagaran.

Igual se mencionaba que en su domicilio tenía una caja fuerte donde guardaba fuertes cantidades de dinero, alhajas y las escrituras de los predios que se había agenciado, entre ellos algunos de la familia Méndez.

Molestos, planearon su asesinato y, de paso, se apoderarían de la preciada caja fuerte. Para ello la contactaron y le dijeron que iban a ir a hablar con ella para resolver unas cosas el domingo 22 de agosto de 1999.

Los sentenciados por este caso son, además de Méndez Mejenes, sus hijos Manuel y Fernando Méndez Angulo; sus nietos Alejandro Méndez Hernández y Luis Fernando Méndez Acosta, y el empleado de la familia José Manuel Jiménez Jiménez.

Cuando llegaron a la cita pactada, la señora Zurita estaba sola, pues su hija había salido a pasear con su novio Alejandro Carlos Varela Baeza, y su esposo William Ricalde Gamboa había ido a comprar.

Luego de un intercambio de palabras, la atacaron y la torturaron para que confiese cuál era la combinación de la caja, pero la mujer no les reveló nada.

Al escuchar que alguien entró a la casa, la mataron. Los recién llegados eran la hija Cinthia Sue y su enamorado. Escondidos, los sorprendieron y los atacaron a martillazos y puñaladas.

Huyeron dejando en la vivienda sangrientas escenas, que fue lo que descubrió el señor Ricalde Gamboa cuando regresó.

El testigo clave del doble asesinato fue Varela Baeza, a quien dieron por muerto pero en realidad solo estaba gravemente herido.

Luego de recuperarse aportó datos que contribuyeron al esclarecimiento de este doble homicidio que incluso dio pie a una leyenda urbana, sobre supuestos espantos en la casa “de la Zurita”, como fue conocida popularmente.[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row]

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