Un caballo que participaba en una peregrinación guadalupana propinó una patada a la carriola en la que transportaban a un niño de tres años, y la mandó a volar.
Afortunadamente el menor no sufrió lesiones, no así su madre, quien en su intentó de proteger a su hijo metió la mano y la coz le causó una fractura del dedo meñique izquierdo.
El jinete que montaba al caballo pateador no se hizo responsable y se perdió entre la gente de la peregrinación, integrada por unas 350 personas a pie y 200 jinetes.
La procesión se dirigía hacia la iglesia de San Cristóbal, en el barrio meridano del mismo nombre y la cual es considerada santuario guadalupano de Yucatán.
Los hechos ocurrieron aproximadamente a las 5:45 de la tarde en la calle 58 con 61 del fraccionamiento, donde pasaba el contingente guadalupano.
Igual que muchas personas, Rebeca E.Y.C., de 38 años, salió a ver la vistosa procesión junto con su pequeño hijo de tres años, a quien llevaba en una carriola.
Estaban sobre una acera cuando el caballo tiró la patada contra la carriola. Instintivamente Rebeca metió la mano para proteger a su hijo y recibió el impacto de la coz en la mano izquierda, sufriendo fractura de meñique.
La carriola fue aventada un buen tramo y el niño cayó al suelo, pero no sufrió lesiones.
La mamá fue valorada por paramédicos que le indicaron que era necesario su traslado a un hospital, pero ella se negó y dijo que iría a un médico por sus propios medios.
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